“Ojalá #REGALATEPARIS sea tu prueba piloto para el mundo que puedes viajar después”

Voy a compartir contigo, el viaje que realicé a París para preparar la experiencia #Regalateparis. Quería viajar sola, y sentir en primera persona posibles sensaciones que las chicas que lleven a cabo #Regalateparis puedieran sentir.

Y allí me encontré con Lady Tristeza, Miss Valentía, la Duquesa Curiosidad, pero también con la Diosa Libertad y la Princesa Felicidad… Todas en mi maleta sin saber que viajaban conmigo.

¡Ah! Y en mi bolso llevaba el nerviosismo, que eso de salir de tu zona de confort para enfrentarte a “no sé qué” nuevo, es toda una aventura que hay que experimentar!!

Durante el día me acompañaba la sonrisa, la ilusión y las ganas de disfrutar. Lo anotaba todo en mi libreta, llevaba los ojos como dos antenas parabólicas… hasta que… llegó la noche y fui a dormir… en ese momento tomé conciencia de mi soledad y apareció mi primer pensamiento: ¿pero qué hago sola en este hotel?

La verdad es que aquel instante me dio mucha más información de la que había recibido durante todo el día, porque ahí, me di cuenta que estaba haciendo lo correcto y que todo tenía sentido para lo que quería transmitir en #Regalateparis.

El día había sido duro, desde que llegué al mediodía hasta la noche había estado sin parar, quería cumplir con mi plan marcado a la vez que quería sentir nuevas sensaciones… que estaba sola en París!!!

Menos mal, que el cansancio se apoderó de mí, y pude dormir como un bebé, placida, profunda y tranquilamente.

El segundo día, me levanté pronto y salí a desayunar a un lugar bonito. Sí!! Cada vez que estoy de viaje, me quiero permitir disfrutar de los lugares a los que voy y para ello, es imprescindible para mí, que esté acompañado de belleza.

Siempre recuerdo la frase de la película Desayuno con Diamantes:

«Te deprimes cuando engordas o cuando llueve mucho. Te pones triste, eso es todo. Los días rojos son horribles. De repente, uno tiene miedo y no sabe por qué. (…) Cuando me siento así, lo único que me ayuda es subir a un taxi e ir a Tiffany’s. Me calma los nervios enseguida. Es tan silencioso y soberbio. Allí no puede ocurrir nada malo. Si encontrara un lugar que me hiciera sentir como Tiffany’s entonces compraría muebles y le daría un nombre al gato».

Así creo yo, en los lugares con belleza, “no puede ocurrir nada malo” y por eso, me gusta visitarlos. Y de eso, París, sabe mucho…

Este día lo aproveché para recorrer rincones nuevos, para permitirme tiempo para mí, para visitar lugares que en otras ocasiones no había visitado. Tuve algunos amagos de recuerdo entristecedor cuando en algún escaparate veía algo que le gustaría a mi hijo, o cuando visitaba lugares que le gustaría a mi marido… pero como digo, se quedaron en amagos, porque ciertamente, el pensamiento de que “este viaje es para mí”, se apoderaba de mí.

El segundo día a la hora de dormir, pensé: “no está tan mal dormir sola”… y otra vez el cansancio, supo darme lo que necesitaba, descansar si pensar en nada más.

El tercer día, ya creía que había nacido en París!! Sin lugar a dudas, París es mi ciudad. Me gusta esta ciudad que me da información sin buscarla. Que me hace sentir lo que no esperaba. Que solo por caminar en ella, me hace sentir que formo parte de. Sentir el anonimato que te otorga una gran ciudad es una oportunidad que te ofreces para auto descubrirte. Me gusta París porque no me juzga, porque no me deja ponerle expectativas, porque me dejo llevar. Me gusta esta ciudad porque sé que solo quiere que la viva, que la disfrute como ciudad.

Sonrisa tras sonrisa. No puedo decir más. Observa. Respirar. Caminar. Sentir. Saborear… No puedo decir más. Sonrisa tras sonrisa. Aquel día, dejé abrir las alas para sentir que podía volar a donde quisiera.

Este día, dejándome llevar por la intuición, me despedí de Notre Dame tal y como la conocíamos antes del incendio (Abril 2019). Pasando por delante de ella, me dije ¿entro o no entro? Y un impulso como si me cogieran de la oreja, me llevo a sentarme en un banco, y contemplar. Escuchar el silencio interior y el bullicio exterior. Observar y sentir las energías que allí se entremezclaban, cada una con su dolor, su petición o su amor. Pura magia.

Y a partir de ahí, todo se hace más fácil, el siguiente día, ya más empoderada, quería seguir viviendo allí. Pensaba menos en mi vida, en mis chicos, en mi vuelta… Y otra vez, me dejaba sentir y sentir. Comer, caminar y amar. Esa fue mi misión para ese día.

Así podría seguir, querida viajera, un día tras otro… sin embargo, la realidad me esperaba, aunque para mí, esa realidad nunca fue igual.

En Amor y Con Amor

C’est tout

María José Padilla Morel