Uno de los días más importante de mi vida, ha sido el día que celebré mi segunda boda (sí, lo sé, soy reincidente… pero feliz de serlo ). Sin embargo, también fue el día que perdí la amistad de una amiga…
Y es que me decidí a poner límites por primera vez, y ella dijo que hasta ahí llegábamos… es decir, mientras me adapté a sus necesidades, todo funcionó, pero el día que dije no me adapto más, hoy necesito esto… se fue de mi lado.
¡Como lo oyes! Ocurrió y me dolió mucho, pero… Entendí que el Amor Propio tenía que formar parte de mi vida más conscientemente, y entonces me llevé esta sorpresa… me empecé a querer y algunas personas me dejaron de querer.
Yo tampoco lo entendía, hasta que analizando la situación llegué a estas conclusiones.
Empecé a quererme más y amigas que creía que me querían, se fueron de mi vida. Y entonces pensé que no me querían tanto como yo imaginaba, y que tal vez, se aprovechaban de mí.
Empecé a quererme más y dejé de pedir perdón por cosas que creía que no se las merecía, y entonces entendí que puedo sentirme molesta por ciertas circunstancias y que era capaz de gestionarlas.
Empecé a quererme más y me di cuenta de que podía tener más tiempo para mí porque hasta entonces, mi prioridad eran los demás, por lo que mi tiempo era para ellos. Empecé a ser mi prioridad y algunas personas me tacharon de egoísta.
Empecé a quererme más y a decir que NO, y también hubo personas que se alejaron de mí. Claro, porque antes hacía lo que ellas querían y ahora hago lo que quiero yo. (¡Ciao!)
Empecé a quererme más y me di cuenta de que había gente a la que ya no le caía bien o ya no le gustaba, y está bien porque me quité relaciones obligadas que no quería tener.
Empecé a quererme más y comencé a sentirme más ligera. Fue como soltar aquellos lastres que llevaba conmigo desde la niñez y entender que ya no los necesitaba.
Empecé a quererme más y descubrí que mis ojos brillaban de una forma distinta. Que mi cuerpo me hablaba y que mi intuición me susurraba el camino.
Empecé a quererme más y encontré la paz en mi interior. Empecé a sentirme más ligera y tranquila. Y aunque no ha sido un camino fácil, puedo decir que ¡mereció la pena!
En Amor y Con Amor
C’est tout
María José Padilla Morel
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