Había una vez un pequeño pueblo rodeado de montañas verdes y praderas llenas de flores de todos los colores. En ese lugar vivía una joven llamada Sofía, quien tenía un corazón bondadoso, pero tendía a olvidarse de sí misma.
Sofía siempre estaba ocupada cuidando de los demás: su familia, sus amigos e incluso los desconocidos que necesitaban ayuda. Pasaba la mayor parte del tiempo atendiendo las necesidades de los demás, pero se olvidaba de sus propias necesidades y deseos. A medida que pasaba el tiempo, comenzó a sentirse agotada y desgastada, como si algo le faltara en su interior.
Un día, mientras caminaba por el bosque cercano, se encontró con un anciano sabio sentado bajo un majestuoso árbol. El anciano notó la tristeza en los ojos de Sofía y le preguntó qué le sucedía. Con lágrimas en los ojos, ella compartió cómo se había dedicado tanto a los demás que había olvidado cuidar de sí misma.
El anciano sonrió y le dijo: «Querida Sofía, el Amor Propio es como una semilla que debe ser plantada en tu corazón. Si la descuidas, no podrás florecer y compartir tu amor con los demás de manera plena». Sofía reflexionó sobre esas palabras y decidió tomar acción.
A partir de ese día, Sofía comenzó a dedicar tiempo y atención a sí misma. Aprendió a escuchar sus propias necesidades y deseos, a cuidar su cuerpo y su mente. Descubrió la importancia de aceptarse y amarse tal como era, con todas sus virtudes y defectos.
Con el tiempo, Sofía se dio cuenta de que su Amor Propio era la base para amar y cuidar a los demás de una manera más auténtica y equilibrada. Comprendió que solo cuando se sentía plena y feliz consigo misma, podía compartir su amor y energía de manera genuina.
El Amor Propio de Sofía se convirtió en un faro de luz que irradiaba en su entorno. Sus seres queridos notaron el cambio en ella y se sintieron inspirados por su ejemplo. Sofía se convirtió en una fuente de apoyo y aliento para los demás, enseñándoles la importancia de cuidar de sí mismos y cultivar el Amor Propio.
Y así, el pequeño pueblo se llenó de personas que aprendieron a amarse a sí mismas, creando una comunidad llena de amor y comprensión. Sofía entendió que el Amor Propio era el primer paso para construir un mundo más amoroso y compasivo.
Desde ese día en adelante, Sofía recordó que amarse a sí misma era un regalo que merecía recibir todos los días. Y aunque seguía cuidando y amando a los demás, nunca volvió a olvidar la importancia de su propio amor y cuidado.
Esta cita de cada sábado pretende eso, que al menos una mujer que, podrías ser tú, conecte con su Amor Propio para empezar a tratarse y quererse como merece. Si con esta lectura llegas a ti, BIENVENIDA. Disfruta de todo lo bueno que te espera. Si no has llegado a reconocerte en ella, cuéntamelo y juntas avanzaremos en tu viaje al Amor Propio.
En Amor y Con Amor
C’est tout
María José Padilla Morel
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